sábado, 16 de septiembre de 2017

Huérfanos espirituales

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Tuve la oportunidad de sentarme y conversar con Jairo en el parque Cánepa, le dije si podía compartirle del Señor y asintió. Mientras le predicaba de Cristo me comentó que debido a la necesidad de llevar el sustento diario a su casa no hallaba tiempo para poder orientar de alguna manera a sus 3 hijos, trata de verlos por lo menos los sábados  en las noches y los domingos, con todo supuso algo:... "ellos van domingo tras domingo a la iglesia y allí aprenden de Dios"
Este criterio destruye, si bien pudiera ser inocente, aun así destruye. Por eso no es raro que niños que asistieron a la escuela dominical desde pequeños, al cumplir 15 años mas o menos estén dejando de asistir y se estén involucrando en lo pecaminoso.

Suponer que la labor paterna consiste en llevar el sustento físico y así uno  "cumple". Eso está bien siempre y cuando el ser humano solo sea materia, pero ¿quién cuida el alma? mejor dicho ¿Quién lo pastorea?, ¿a quién le dio Dios la responsabilidad de guiar ese aspecto en la vida de los niños?
a simple vista parece que la escuela dominical está hecho para ello, pero el plan de Dios no fue así desde el principio.

Primeramente desde el punto de vista matemático las 2 o 3 horas semanales que el niño pase en la iglesia no se asoman en lo mínimo a poder siquiera equilibrar el tiempo que ellos pasan viendo la tv, en el face, con sus amigos, jugando, etc.
En segundo lugar en Deuteronomio 6.6-7, nos hablan del trabajo pastoral que hacen los padres (liderado por el padre) en la vida de sus hijos.
Por tanto no es exagerado catalogar como "huérfanos espirituales" a aquellos cuyos padres no han cumplido esta responsabilidad.
Con todo Dios tiene un plan B, el utilizar a siervos y siervas que hagan de padres espirituales de aquellos quienes no pudieron recibir la instrucción espiritual correspondiente, si bien no es el plan más óptimo y el más original, es la misericordia del Señor. Efesios 4.11-16.

Por tanto, el padre que pretende  agradar a Dios necesita hacer un compromiso de paternidad con Dios y asumir su rol correspondiente: "yo enseñaré a mis hijos a leer su Biblia antes que el pastor de la iglesia se lo enseñe, seré yo quien les enseñe a orar, seré también yo quien les enseñe a predicar la Palabra de Dios a los no salvos, le enseñaré a diezmar, a congregar, a amar a su esposa (o) y a criar a  sus hijos como al Señor le agrada, etc."
Y todo ese proyecto de paternidad no surge por sí solo, requiere una seria planificación muy agresivamente intencionada.

¡ Bendiciones !




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